Friday, March 10, 2006

Los Viajes de Gulliver


Considerando que estoy atascado en un aeropuerto del sudeste de los Estados Unidos, decidi escribir esta columna sobre las situaciones inesperadas de esto que llamamos viajar.

Primero, quiero decir que deseo con todo mi corazon el triunfo de los cientificos que estan trabajando en la teletransportacion (si es que hay cientificos trabajando en la teletransportacion). Esto de los aeropuertos, taxis, trenes y buses me esta empezando a cansar. Asi que si pudiera cruzar una puerta y aparecer en Jamaica –por ejemplo- cada vez que me quiera comer un pati, estaria muy feliz.

El dia de hoy es un ejemplo perfecto de la necesidad de una forma mas eficiente de transportarse. Mi viaje empezo tomando un taxi a eso de las diez. Diez minutos mas tarde, me subi a un tren que me llevo al aeropuerto, donde debia abordar un avion a mediodia.

Dado que volar no me hace muy feliz y que me hace todavia menos gracia volar por negocios, podran imaginar mi felicidad al abordar. El avioncito era muy pequeno, de esos que tienen solo tres personas por fila. Ya en vuelo, el avioncito se hacia de un lado para el otro, de arriba para abajo y a veces parecia que chocaba con una pared imaginaria. El pobre aeromozo tuvo que devolverse con el carrito de las bebidas por lo menos unas tres veces. Por supuesto, un bebe lloraba.

Para este momento, un servidor estaba bastante palido y sus sudorosas manos estaban a punto de quebrar el posamanos del que estaba agarrado. Esto me pasa siempre, pero usualmente estoy pensando como estara el clima en Paris, o a que hora vere a mi amigo Danny en Miami, o la falta que me hacen mis viejos y la felicidad que me daria verlos al aterrizar, asi que el susto se me pasa rapido. En este caso –y considerando que estoy solo en un avion dirigiendome hacia Louisville a reunirme con gente que nunca en mi vida he visto- estoy pensando que el avion no va a soportar los vientos y que pedazos de Ernesto van a quedar esparcidos sobre el pasto azul del gran estado de Kentucky, despues de impactarlo a velocidades increibles.

Por supuesto el avion aterrizo, tome otro taxi y llegue al 1900 del Boulevard del Coronel Sanders, a una reunion con la gente de KFC. La reunion duro cuarenta minutos. Cuarenta minutos. Para este momento son las cuatro de la tarde y yo estoy montado en el tercer taxi del dia, tratando de agarrar un vuelo previo al mio, para pasar mas tiempo con mi esposa y para salir de aqui.

Por supuesto, el vuelo previo estaba lleno y aunque hubiera habido un asiento, hubiera sido imposible llegar a tiempo gracias al chequeo de seguridad. Despues de quitarme los zapatos, la faja, la chaqueta, sacar la computadora de su bolsa, botar el encendedor y mostrar mi pase de abordar, me dirigi hacia la sala de espera (que por cierto es el peor lugar, porque uno sabe a lo que va, a esperar, su nombre lo dice).

Mi vuelo ya esta atrasado cuarenta minutos y yo sigo en una apestosa sala de fumado, tomando una cerveza de seis dolares y son las seis pasadas, tiempo local. Las condiciones climatologicas apestan mas que la sala de fumado y en la tv siguen pasando manchas amarillas y rojas que representan las tormentas que me tienen aqui sentado. En caso que quieran saber, tambien hay posibilidades de tornados en el area.

En sintesis, llevo mas de ocho horas moviendome de un lado hacia el otro, para asistir a una reunion de cuarenta minutos y mi futuro es incierto. Aun no se si lograre salir de aqui hoy, ni si tendre una cama para dormir, o si pasare otras tres o cuatro horas mas en este aeropuerto.

Lo bueno es que, de acuerdo al meteorologo, parece que manana va a salir el sol.

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